Despedida de soltera

Margarita era una chica sencilla. Criada en el campo. Siempre se destacó en la escuela, hasta llegó a ser abanderada, igual que la tía Pascuala. Como era medio “chicata”, unos anteojos de marco grueso y fondo de botella, le agregaron la vista que le faltaba.

Larguirucha como viva, Margarita se pagó los estudios trabajando en la Inmobiliaria “Las casitas”, famosa por asegurar la venta, compra y alquiler de cuanta propiedad hubiera en el pueblo. “La negrita”, como le decían, se encargaba de hacer las transacciones comerciales (era la mano derecha de don Alberto, que le pagaba cuando podía… y como podía).

Llegaba temprano, limpiaba el local, hacía en cafecito y levantaba la cortina metálica (pesada como la mismísima $%&=X%). Iniciaba los llamados telefónicos, armaba la agenda del día, revisaba la del anterior. Luego de acomodarse las trenzas, echaba un poco de desodorante de ambientes… y esperaba tranquilita a que llegue el dueño, dos horas después.

Un día, don Alberto, viudito cincuentón, (el dueño del negocio) se avivó y le ofreció casamiento.

A Margarita no le gustaba, pero quién más se iba a fijar en ella… además, casi con treinta era mejor que “agarre viaje” o se le perdía el micro.

Las amigas de la madre, felices.
La madre, más que feliz.

Llegando estaba el gran día de la boda.
Las ex compañeras de la escuela decidieron hacerle una despedida de soltera.

Metieron a Margarita en la casa. Le sacaron los anteojos, le depilaron los bigotes…, la peinaron con capas, sin trenzas, y al fiel estilo Britney Spear. Descubrieron que con tacos caminaba derechita y hasta parecía una modelo (altura nunca le faltó). Una pollerita corta y esa camisa ajustada reveló una anatomía más que interesante.

La disfrazaron con orejitas de PlayBoy y bailaron hasta el cansancio. “Pero qué divertida había resultado Margarita!”, era el comentario sobre la ocasión.

Al otro día, colgaron las fotos del evento junto a las de las casitas de la Inmobiliaria, en la vidriera.

Y ese día, Margarita no volvió al trabajo.

Ese día comenzó su VIDA de soltera.

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Texto: Ferípula.

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Imagen: "Despedida" de Álvaro Reja, pintor español.